Una de las técnicas más conocidas para poner en funcionamiento la creatividad en las organizaciones ha sido por años la lluvia de ideas o “brainstorming”. Existen cientos de acepciones, pero una interesante es la IDEO, una de las empresas más importantes de innovación del mundo. Ellos la califican como una “técnica de ideación para encontrar muchas soluciones posibles a un problema dado”. En el momento en que un grupo de personas arroja ideas se activa un pensamiento divergente, una mentalidad generativa, abierta y creativa que puede encontrar soluciones innovadoras. Y lejos de dispersar, según los expertos de esta consultora, cuanto más diversas sean las experiencias y perspectivas de las personas alrededor de la mesa, más ricos serán los resultados de sus esfuerzos de intercambio de ideas.
Sin embargo, hace unos años apareció un libro que cuestionó esta metodología en las reuniones de una de las empresas más creativas e innovadoras del planeta: Google. Ese libro se tituló “Sprint” y fue escrito por Jake Knapp, quien pasó 10 años en la empresa que creó el buscador número uno y en Google Ventures, el fondo de inversión de la compañía que acelera nuevas “startups”. Knapp es conocido como uno de los diseñadores más importantes del mundo, quien ha asesorado a empresas como Slack, Uber, The New York Times y LEGO. En su obra, detalló cómo ideó un proceso creativo con el que revolucionó la manera en que gestionaban proyectos y solucionan problemas de todo tipo. Pero principalmente desarrolló una forma de trabajo innovadora que hoy se aplica en cualquier compañía de tecnología.
Knapp admite que hasta hace unos años utilizaba la lluvia de ideas con sus equipos, pero un día, cuando estaba en una capacitación con más 100 personas, un ingeniero le preguntó en voz alta: “¿Cómo sabes que la lluvia de ideas grupal realmente funciona?”. El diseñador no supo qué responder y reconoció que se sintió como un tonto. Luego encontró evidencias en trabajos de la Universidad de Yale que ya en 1958 aseguraba que las personas que trabajan por su cuenta son enfáticamente mejor en la resolución de problemas que los equipos de lluvia de ideas. Sentía que había perdido tiempo y que su trabajo, por más calificado que estaba, no era efectivo. Se puso a revisar resultados de las iniciativas que habían nacido en esas reuniones grupales y encontró resultados deprimentes. “No se había construido ni lanzado una sola idea nueva generada en las lluvias de ideas”, indicó y reconoció que las mejores ideas, las soluciones que los equipos realmente ejecutaron, habían nacido en el trabajo individual.
Arrepentido pero no frustrado, Knapp comenzó con una nueva metodología que llamó “sprint” de diseño. Consistía en un proceso de cinco días para resolver problemas y resultó tan exitoso que fue clave para impulsar a los equipos que trabajan en productos clave como Gmail, Google X y Google Search. Luego llevó esta metodología a Google Ventures y allí realizó ciclos de innovación con empresas que estaban naciendo en campos tan diversos como la atención médica, la agricultura y la robótica.
La idea de “sprint” es muy sencilla y por eso ha encontrado hasta hoy enorme aceptación en los equipos de trabajo. Son grupos chicos, que se concentran en resolver problemas de manera rápida y que dividen sus proyectos en series. Knapp lo detalló en cinco días, pero los “sprint” pueden durar hasta 15 o 30 días. En el esquema del diseñador se destinaba al lunes para hacer un mapa del problema. El martes, cada persona presentaba posibles soluciones. El miércoles, el grupo elegía los bocetos más fuertes. El jueves, se construía un prototipo realista. Y el viernes, se probaba ese prototipo con cinco clientes objetivo. De esa manera, el producto avanzaba con tiempos ajustados y con validaciones permanentes por parte de los destinatarios finales de ese proyecto.
Esta metodología puede aplicarse a cualquier industria creativa y puede ser muy motivadora en tiempos en los que los cambios tecnológicos parecen aturdirnos por su velocidad e impacto. Sin ir más lejos, esta semana en una reunión con importantes empresarios, uno de ellos preguntó -también en voz alta- cómo podían hacer para incorporar inteligencia artificial en sus procesos de trabajo, con limitados recursos humanos y tecnológicos. Utilizar “sprints” podría ser una buena idea para comenzar, de manera simple pero urgente, con el fin de tener resultados en poco tiempo y siempre enfocados, sin tantas divergencias como podría una lluvia de ideas. Hay que animarse entonces, pues hoy ya es lunes y el cronómetro ya está corriendo.